Escrito por: Reggie Bicha, presidente y director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Servicios Humanos Públicos (APHSA)

En este momento de intensa tensión política y económica, el cierre gubernamental en curso plantea graves riesgos para los más vulnerables. Como líder de la asociación nacional bipartidista que representa a las agencias de servicios humanos estatales, condales y municipales, me veo obligado a instar a los legisladores de ambos partidos de nuestro país a que pongan fin al cierre ahora y a que tracen un camino responsable para financiar los programas que permiten a las familias cubrir sus necesidades más básicas.

Cómo el cierre debilita la red de seguridad

Cuando la financiación federal se detiene o incluso se reduce, las repercusiones son mucho mayores de lo que sugieren los titulares. Las personas más afectadas son las que ya viven al límite: familias monoparentales con múltiples empleos, personas mayores con ingresos fijos, personas con discapacidad que no pueden trabajar y niños que enfrentan inseguridad alimentaria o de vivienda. Gran parte del apoyo a las familias y a otras personas necesitadas se financia mediante colaboraciones entre el gobierno federal y los estados. Estas colaboraciones se basan en la continuidad y la previsibilidad. Más claramente, las agencias de servicios humanos estatales, de condado y municipales dependen del apoyo federal constante para ayudar a las familias a llevar comida a la mesa, mantener sus hogares cálidos y acceder a servicios de cuidado infantil.

Estos programas no pueden funcionar sin confianza en la estabilidad de sus socios federales.

La creciente amenaza a la asistencia alimentaria

El Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), al igual que otros programas de apoyo económico administrados por agencias estatales y locales, depende de fondos federales, normas federales y supervisión federal. El SNAP, la herramienta más grande y eficaz de nuestro país para reducir el hambre, y una de las herramientas de mayor eficacia para reducir la pobreza en general, enfrenta una nueva crisis de financiación en noviembre si el Congreso no actúa.

Este programa vital apoya a un promedio de casi 42 millones de personas cada mes, de las cuales el 88 % son niños, adultos mayores o personas con discapacidad. SNAP fortalece tanto a las personas como a la economía. Cada dólar gastado a través de SNAP genera aproximadamente $1.50 en actividad económica, impulsando a los negocios locales, apoyando más de 388,000 empleos y aportando $32 millones a los ingresos agrícolas.

Si el cierre continúa, El USDA ha dicho No habrá fondos suficientes para proporcionar los beneficios de SNAP para noviembre y más allá. Los estados ya están notificando a sus participantes del SNAP que se preparen para la posible suspensión de sus beneficios en tan solo unos días. Las familias comienzan a sentir temor de no saber cómo obtener alimentos, y los bancos de alimentos temen verse desbordados y no poder satisfacer la demanda.

Al igual que el SNAP enfrenta incertidumbre, el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC), un recurso vital para casi siete millones de madres, embarazadas y niños, también enfrenta dificultades financieras. La financiación temporal lo ha mantenido estable por ahora, pero su estabilidad a largo plazo sigue siendo incierta.

El costo humano de un cierre federal prolongado que afecte los programas sociales es inmenso. Los niños enfrentan un mayor riesgo de retrasos en el desarrollo, problemas de conducta y bajo rendimiento académico debido al hambre. Las mujeres embarazadas y los bebés que reciben el programa WIC pueden experimentar problemas de salud más graves, como bajo peso al nacer o deficiencias nutricionales. Y las personas mayores y con enfermedades crónicas pueden ver deteriorada su salud debido a la falta de una nutrición adecuada, lo que aumenta los costos de hospitalización y atención médica.

Un sistema bajo tensión

Programas cruciales como el Programa de Asistencia Energética para Hogares de Bajos Ingresos (LIHEAP), Head Start y otros se enfrentan al riesgo inminente de quedarse sin fondos. Si bien algunos programas como la Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF), el bienestar infantil y las fuentes de financiación para el cuidado infantil aún cuentan con recursos a corto plazo disponibles a nivel estatal y local, un cierre prolongado erosionaría rápidamente estas redes de seguridad. Muchos estados se ven obligados a adelantar el dinero para mantener los servicios esenciales en funcionamiento, con la esperanza de un eventual reembolso federal, pero los estados solo pueden hacerlo por un tiempo limitado. En resumen, un cierre gubernamental no solo detiene los pagos federales, sino que pone vidas y futuros en suspenso.

Un llamado bipartidista a la acción

Debemos cambiar el diálogo, dejando de lado las políticas partidistas arriesgadas y llevándolas al límite, para abordar de forma pragmática nuestros compromisos nacionales. Esto es lo que insto a los legisladores de ambos partidos:

  1. Forjar una resolución y financiar al gobierno total e inmediatamente para que los programas de servicios humanos esenciales continúen sin interrupciones.
  2. Modernizar el presupuesto federal Proporcionar financiación estable y predecible para los servicios humanos.
  3. Priorizar la comunicación y la coordinación entre socios federales, estatales y locales.
  4. Mantener a las personas en el centro de cada decisión.

No se trata de aritmética presupuestaria; se trata de quiénes somos como nación.. Los programas que alimentan a las familias, protegen a los niños y fortalecen a las comunidades no son opcionales; son la base de nuestra prosperidad compartida. Exhorto al Congreso a actuar ya. Ponga fin al cierre y reafirme nuestro compromiso colectivo con un país donde ningún niño pase hambre y cada familia tenga los medios básicos para prosperar.


Acerca del autor

Reggie Bicha

Presidente y director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Servicios Humanos Públicos (APHSA)

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